El tapón del Darién y la espiral de la inseguridad

La temida selva panameña recibe cada día más de 1,600 migrantes en una avalancha sin precedentes.

El temido tapón del Darién, entre Panamá y Colombia, una de las últimas selvas vírgenes del continente, se ha convertido en uno de los puntos clave de las rutas migratorias entre Suramérica y el norte del continente.

De hecho, en lo que va de año, el número de personas que han atravesado el Darién ha alcanzado niveles récord. Solo en enero de este año lo hicieron 100,000 migrantes, y según las cifras oficiales del Gobierno de Panamá, y más de un cuarto de millón de personas realizaron este peligroso viaje entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2023, lo mismo que en todo 2022. Hasta septiembre, la media diaria de llegadas al Darién superaba las 1,600 personas.

"La travesía por el Darién es una de las rutas más mortales y arriesgadas para los migrantes en América Latina”, asegura Marcela Smutt, Coordinadora Regional de Infosegura. “Las condiciones extremas y la exposición a la violencia hacen que esta sea una experiencia angustiosa para quienes buscan una vida mejor", dice.

Vista aérea de la selva de Darién en Panamá.

Vista aérea de la selva de Daríen en Panamá. Foto: OIM/Gema Cortés.

 

El incremento de migrantes registrado en los últimos dos años en la ruta del Darién, sobre todo de venezolanos, ha atraído la presencia de la delincuencia organizada. “Les arrebatan sus documentos de identificación, les cobran más de lo que es, algunos inclusive arriesgan su vida porque les ofrecen, por ejemplo, ir en un catamarán atravesando el Darién y terminan en lanchas medio rotas exponiendo su vida “, señala Johanna Sáenz, Asesora Regional en Movilidad Humana en el Centro Regional para América Latina y el Caribe del PNUD. 

En el caso de las mujeres el peligro es doble, ya que según Sáenz ellas están expuestas a la violencia sexual para, por ejemplo, no ser denunciadas a la policía y poder continuar su viaje. 

Aunque la mayoría de los migrantes y refugiados son originarios del propio continente, se ha observado un aumento de personas provenientes de países muy diversos. Aproximadamente el 55% de los migrantes y refugiados son ciudadanos venezolanos, seguidos por haitianos (14%) y ecuatorianos (14%), además de ciudadanos chinos, colombianos e hijos de haitianos nacidos en Chile y Brasil. También se han registrado personas procedentes de Afganistán, Nepal y Perú, entre otros lugares, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)

La crisis migratoria que esto supone ha llevado a ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) a pedir a los países de la región que adopten medidas urgentes. “Es necesario un enfoque integral, regional y colaborativo en la atención de las necesidades humanitarias y de protección de las personas en movimiento en América Latina y el Caribe”, según estas organizaciones.

Cuando estos migrantes llegan a Darién, se encuentran con unas comunidades locales tan vulnerables como ellos mismos, sin las necesidades básicas cubiertas, pero con el inconveniente de recibir y tener que atender a miles de personas. Es el caldo de cultivo perfecto para que surjan problemas de inseguridad, delincuencia y violencia. 

“Es un error común pensar que los migrantes son la causa principal de la violencia en las áreas a las que llegan. No podemos basar esta idea en un solo caso o en casos aislados”, afirma Marcela Smutt. “Lo que realmente ocurre -continúa- según se observa en estudios, es que los migrantes a menudo pasan por lugares que ya tienen sus propios problemas. Un buen ejemplo de esto son las áreas fronterizas y regiones como el Darién, donde las comunidades locales ya enfrentan muchos desafíos”, dice.

“Estas comunidades suelen ser vulnerables, y cuando un gran número de migrantes pasa por ellas, las dinámicas locales pueden cambiar. Pero eso no significa que los migrantes sean la causa directa de nuevos problemas o de un aumento en la violencia. Es más una cuestión de presión adicional sobre los recursos y las infraestructuras existentes que ya están lidiando con sus propios problemas”, señala Smutt.

 

 

Foto de apertura: Migrantes cruzando el río Chucunaque, cerca de Lajas Blancas, en el llamado Tapón del Darién, en Panamá. OIM/Gema Cortes.