Percepciones de la democracia y sus implicaciones en la seguridad ciudadana en América Latina
Para conversar sobre democracia y sus implicaciones en la seguridad ciudadana en América latina y el Caribe, se celebró el pasado 5 de octubre el séptimo episodio de la sexta temporada de DatAcción, la comunidad digital de práctica e intercambio del conocimiento, producida por el Proyecto Regional Infosegura del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
La satisfacción con la democracia como forma de gobierno ha ido disminuyendo en América Latina en los últimos años. El último Latinobarómetro, un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de América Latina representando a más de 600 millones de habitantes, recientemente publicado, indicaba que en 2023 solo el 48% de la población apoya la democracia en la región, lo que significa una disminución de 15 puntos porcentuales desde el 63% de 2010.
El estudio revela que a un 28% de los ciudadanos le da igual el régimen político de su país, si bien, una forma de gobierno autoritaria es preferida por el 17% de los habitantes de la región.
Un tema complejo y lleno de aristas el del último DatAcción, que en estos años se ha convertido en una referencia regional como generador de opinión en torno a la seguridad ciudadana, que contó con la presencia de tres expertos regionales en la materia: Emanuele Sapienza, Asesor de Políticas del PNUD en América Latina y el Caribe, Lucía Dammert, especialista en seguridad ciudadana y Randall Brenes, Oficial de Desarrollo Humano y Gobernabilidad de PNUD Costa Rica.
El primero abrir este espacio de diálogo fue Emanuele Sapienza. Según el experto del PNUD, “estamos observando un debilitamiento del compromiso con la democracia a nivel regional”, relacionado con una creciente insatisfacción con el desempeño de este sistema de gobierno debido a la percepción de la corrupción y la percepción de la desigualdad económica.
Sapienza destacó dos colectivos donde la insatisfacción es más evidente: los jóvenes (18 a 25 años) y la clase media-baja. Es este grupo social, el de la llamada “casi” clase media, la tendencia es “preocupante”, ya que, según Sapienza, “históricamente este ha sido uno de los grupos más comprometidos con los valores de la democracia, pero actualmente es uno de los más decepcionados”.
“La decepción puede abrir espacios para respuestas, frente a la criminalidad y a la violencia, que no son plenamente compatibles con valores democráticos”, advirtió Sapienza, sobre todo en materia de rendición de cuentas especialmente del Poder ejecutivo y la protección de los derechos humanos.
A continuación, Lucía Dammert, especialista en seguridad ciudadana, incidió en las causas de la desafección ciudadana por la democracia, y señaló que hay una percepción extendida de que “nuestras elites políticas no están trabajando para todos, si no para unos pocos, en algunos casos para ellos mismos”.
Dammert señaló que la principal función del estado en términos teóricos es garantizar seguridad a los ciudadanos, “puede que no nos dé salud, puede que no nos dé educación, puede que las pensiones sean malas, pero lo mínimo que uno espera es del Estado es que nos brinde seguridad”. En su opinión, esta premisa no se está cumpliendo, de ahí que “las políticas de seguridad se vuelven cada día más urgentes” por lo que hay que asegurarse de que “no solo sean eficaces en términos de resultados, sino que estos resultados se enmarquen en el Estado de derecho”.
Cuando se pone en duda la democracia y se exigen resultados “entramos rápidamente en políticas en las que el uso excesivo de la fuerza o la opacidad son las únicas herramientas que la ciudadanía ve como logros”, apuntó Dammert, para quien “eso es muy preocupante porque abre la puerta a estados de excepción permanentes o a detenciones masivas de jóvenes, y esa es una puerta que se abre a un camino que en general revierte en mayores niveles de violencia”.
Por último, Randall Brenes, expuso la idea de que la democracia es un sistema de convivencia sustentado en que todos tenemos los mismos derechos y que es “o debería ser” esencialmente pacífico. La violencia y la inseguridad son “anomalías” del sistema, y son elementos que deterioran ese sistema de convivencia.
Por eso, la percepción sobre los resultados de las políticas sobre seguridad “parece que no han sido suficientemente satisfactorios”, analizó Brenes, “que ha llevado a una desafección de la democracia por su incapacidad de resolver los problemas que más afectan a las personas”. Brenes animó a los oyentes a valorar si realmente es un rechazo a la democracia, si es un deterioro por no haberse cumplido las expectativas de igualdad de la población “o si realmente hay una predilección por los sistemas autoritarios”.
“Si no basamos la discusión en evidencias, en ciencia, en datos,” concluyo el especialista costarricense, “podemos vernos perdidos en una era de autoritarismo, donde los verdaderos problemas no se van a solucionar a largo plazo”.
Para terminar, Marcela Smutt, Coordinadora Regional de Infosegura, valoró la participación de los tres invitados, y destacó la necesidad de buscar políticas públicas que den resultados “rápidos, pero sostenibles”, y advirtió de que América Latina sigue siendo una de las regiones con mayor desigualdad y tasa de criminalidad.
Smutt recordó la importancia que tienen los datos a la hora de fortalecer las capacidades de los Estados: contar con datos fiables y de calidad, permite la formulación de políticas públicas de seguridad ciudadana basadas en evidencias y centradas en las personas a partir de un abordaje multidimensional y con enfoque de género.
Finalmente, emplazó a todos los asistentes a participar en el próximo capítulo de DatAcción el próximo 26 de octubre, y en los webinar de la red Conose.
Ver el episodio completo en YouTube.