Delincuencia a golpe de clic

Para la mayoría de la población, un ladrón es aquel que roba en la vía pública, en viviendas o en establecimientos. Pocos se imaginan a un delincuente sentado cómodamente delante de su computadora sin salir de su casa. Y aunque los dos son delitos que afectan a la seguridad ciudadana, lo cierto es que la delincuencia virtual genera ya más pérdidas que todos los robos físicos juntos. Tanto es así, que la Organización Internacional de Policía Criminal, conocida como Interpol, divide su estructura de trabajo en tres objetivos: terrorismo, delincuencia tradicional y ciberdelincuencia.

 

Aunque no se cuenta con una definición precisa de lo que es ciberdelincuencia, en general, se acepta que se trata de un acto que infringe la ley y que se comete usando las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para atacar las redes, sistemas, datos, sitios web y la tecnología o para facilitar un delito.

Hoy por hoy, el uso de Internet y de los dispositivos inteligentes está tan extendido que muy pocos se libran de llegar a sufrir un ataque, estafa o suplantación de personalidad. De hecho, la penetración de internet en América Latina y Caribe supera ya el 80% de la población según Internet World Stats.

Por eso, el Proyecto Regional Infosegura, en colaboración con la Red CONOSE, ha puesto en marcha el Curso de Introducción a la Ciberseguridad como propuesta de capacitación para acercar a las personas participantes a los contenidos básicos sobre el tema, conocer el marco normativo vigente en la subregión y detallar las principales estrategias de abordaje de la ciberseguridad en el marco de la gestión de la seguridad ciudadana. Infosegura es una iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en colaboración con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

 

Qué delitos hay que conocer
La lista de ciberdelitos es casi interminable y crece día a día. Ya se sabe que los delincuentes siempre van por delante. Y aunque muchos son meramente anecdóticos, hay otros muy extendidos que merece la pena conocer.

  • Phishing: Los ciberdelincuentes usan sobre todo el correo electrónico, se hacen pasar por bancos, organismos públicos o cualquier negocio legítimo, y obtienen información confidencial, como contraseñas o datos financieros.
  • Ransomware: Se trata de un malware que cifra los archivos de una víctima y exige un rescate a cambio de su liberación. El pago normalmente se exige en alguna criptomoneda para dificultar el rastreo.
  • Ataques de denegación de servicio (DDoS): Consisten en inundar un sistema o red con tráfico no deseado para sobrecargarlos y provocar su caída, dejando los servicios inaccesibles. Puede tener motivación económica o ideológica.
  • Malware: Es un software malicioso que daña o altera una red. Puede incluir virus, gusanos, troyanos y spyware, entre otros.
  • Suplantación de identidad (pharming): Consiste en redirigir a los usuarios a sitios web falsos que parecen legítimos, con el objetivo de robar sus datos personales o financieros.
  • Adware: los conocidos como troyanos, se instalan en las computadoras para mostrarnos anuncios y, a veces, recabar datos de nuestras actividades.
  • Morphing o robo de identidad: Los delincuentes consiguen información de la víctima y se hacen pasar por ella para cometer delitos como si fueran esa persona. Para ello, manipulan o falsifican pasaportes o documentos de identidad y burlan los sistemas biométricos faciales de seguridad.
  • Ciberespionaje: Consiste en introducirse de forma ilegal en redes o sistemas informáticos de empresas o instituciones, robar información confidencial o secretos comerciales para beneficio propio o para venderlos a terceros.
  • Sextorsión: Es aquel chantaje en línea en el que los delincuentes amenazan con publicar imágenes o información comprometida de la víctima si no se les paga un rescate.
  • Ciberacoso: Aquí los delincuentes usan las redes sociales habituales o las plataformas de mensajería instantánea para acosar, amenazar o intimidar a una persona.


¿Cómo defenderse de estos delitos?
El primer consejo es ser cautelosos, especialmente con el correo electrónico, ya que es la principal vía de entrada a redes y sistemas. Nunca abrir ni responder correos electrónicos de remitentes desconocidos o sospechosos, ni hacer clic en enlaces o descargar archivos adjuntos no solicitados. Una pista: a veces una mala redacción en el texto del correo puede indicar que se trata de una estafa. Cuidado también con los enlaces sospechosos: muchos parecen url de páginas oficiales pero son ficticias.

Es importante tener contraseñas complejas que incluyan letras, números y caracteres especiales, no usar la misma para diferentes cuentas, ya que, si una se ve comprometida, todas estarán en riesgo, y cambiarla cada seis meses.

Utilizar un antivirus fiable y mantener el software de la computadora al día, ya que las actualizaciones suelen incluir parches de seguridad importantes que ayudan a proteger la máquina contra las últimas amenazas.

Por último, algo de sentido común: No compartir información personal o financiera confidencial a través de correos electrónicos, mensajes o sitios web no seguros, mantener los perfiles de redes sociales privados y revisar regularmente la configuración de privacidad de los navegadores.

 

Foto: Freekip