La delincuencia se asusta ante el arte urbano
La expresión puede resultar un poco superficial si hablamos de seguridad ciudadana, pero es verdad que no hay nada que una buena mano de pintura no pueda arreglar. Y cuando decimos una mano de pintura nos referimos a murales, graffiti e intervenciones artísticas urbanas permanentes o temporales en áreas deprimidas o peligrosas.
Lo cierto es que estas acciones casi nunca son espontáneas, sino que detrás hay un trabajo, un planteamiento y una idea: convertir estas áreas en lugares más seguros, amables y vivibles para las personas que residen allí. En algunos casos, su impacto es tal, que en poco tiempo la zona más peligrosa de una ciudad puede convertirse en un polo turístico. Un buen ejemplo podría ser la Comuna 13 de Medellín, en Colombia.
En ocasiones, estas intervenciones surgen de la propia sociedad civil y de colectivos creativos que quieren acercar el arte a todo el mundo y que confían en que sus acciones pueden mejorar, en cierto modo, la vida de las personas. Otras veces, las actuaciones parten de los municipios, de empresas o de organismo internacionales.
¿Cómo puede el arte urbano influir en la transformación de estos espacios?
Fomenta el sentido de comunidad: El proceso de creación de murales y otras formas de arte comunitario puede unir a los residentes locales en torno a un proyecto común. Esto promueve el sentido de pertenencia y comunidad, lo que a su vez puede aumentar la vigilancia informal y el cuidado mutuo en el vecindario y, en cierto modo, disuadir el comportamiento delictivo.
Revitalización: El arte urbano puede transformar espacios urbanos deteriorados en lugares atractivos. No es solo una mejora estética, sino que también puede hacer que la gente se sienta más segura y cómoda al transitar por allí. La presencia de arte urbano puede cambiar la percepción de un lugar de ser descuidado o peligroso a ser acogedor y lleno de vida.
Creación de puntos de encuentro: Muchas obras de arte urbano se colocan en áreas públicas y se convierten en puntos de encuentro naturales para la comunidad. Estos lugares pueden fomentar la interacción social positiva y crear un ambiente donde las personas se sientan más seguras al pasar el tiempo, lo que a su vez puede reducir la delincuencia.
Expresión cultural y diversidad: El arte urbano a menudo refleja la diversidad cultural y la identidad de una comunidad. Así se promueve la inclusión y el entendimiento entre los vecinos, lo que puede rebajar las tensiones y conflictos que a veces contribuyen a la percepción de inseguridad.
Reducción de la delincuencia: Algunos estudios han demostrado que la presencia de arte en lugares públicos puede desanimar a los delincuentes por esa sensación de que un área está siendo vigilada o cuidada. En los más jóvenes, el arte puede desviar la atención de actividades delictivas hacia otras más constructivas.
Ejemplos en el continente hay muchos, desde la ya citada Comuna 13, un caso de éxito en el que se unió la intervención en murales con la instalación de unas escaleras mecánicas para desplazarse por el barrio para convertirse en una de las zonas más interesantes de Medellín. En este entorno se creó Casa Kolacho, una red educativa en el ámbito del graffiti, el dj, el break dance y el hip hop, con el objetivo de generar proyectos de vida, promover la convivencia y sacar a los niños y jóvenes de la influencia de las bandas criminales. Hasta el momento, han pasado por allí más de 2,500 jóvenes para formarse en distintas disciplinas de arte urbano.
Graffiti en Comuna 13 San Javier, Medellín, Colombia. Foto Bernard Gagnon.
En Panamá, otro proyecto liderado por el colectivo Boa Mistura junto a los vecinos del edificio Begonia I, situado en el barrio de El Chorrillo, rehabilitó este bloque de viviendas pintando su fachada, corredores y escaleras. Lo que era un edificio sucio y antiguo se convirtió en un foco de luz para el barrio. El proyecto se llamó “Somos luz”, y aunque su alcance en la zona fue limitado, sí logró que muchos panameños empezaran a ver el entonces peligroso barrio de El Chorrillo con otros ojos.
Edificio Begonias I, El Chorrillo Panamá. Foto Boa Mistura.
También de Boa Mistura, pero con otra temática, es el llamado "Cardumen de loros", en República Dominicana, una intervención que se desarrolló sobre 52 barcas que descansan en el manglar de Manzanillo, en la provincia de Montecristi de la isla caribeña. El objetivo era sensibilizar a la población de la importancia de la preservación del patrimonio natural.
"Cardumen de loros", República Dominicana. Foto Boa Mistura.
Otra forma de impactar en la sociedad mediante intervenciones urbanas son los montajes temporales. En Costa Rica se ha llevado a cabo este mismo año una exposición itinerante llamada “Las que ya no están”, compuesta por 15 siluetas de tamaño real que representan a cada una de las mujeres víctimas de feminicidio en 2021, instaladas en espacios públicos altamente transitados del país. Su legado es la obra artística “Ausencia” ubicada en el Parque La Sabana de San José. El proyecto ha sido impulsado por el PNUD y USAID a través del proyecto regional Infosegura junto a diversas instituciones nacionales y locales.
En Brasil, el arte urbano está presente en muchas ciudades desde hace años, pero es seguramente Sao Paulo donde más presencia tiene. Allí en 2011, Binho Ribeiro y otros 66 artistas urbanos más, presentaron un proyecto de recuperación y embellecimiento de la zona del viaducto de Cruzeiro do Sul por medio del arte urbano ante el Ministerio de Cultura. Hoy se considera el Museo Abierto de Arte Urbano más importante del continente, acoge tours guiados, es un polo turístico de la ciudad y ha cambiado la percepción de inseguridad de la zona.
Viaducto del metro por Cruzeiro do Sul, en la zona norte de São Paulo.
En México está el considerado mural más grande del mundo, en concreto en Pachuca, Hidalgo (foto principal), creado por el colectivo Germen Crew entre 2014 y 2018. Aunque su impacto en la reducción de la delincuencia en el barrio no está cuantificado, la sensación general de los vecinos es que su entorno es más amigable y que ha mejorado la sensación de inseguridad. En el proyecto participaron más de 1,800 vecinos.
La colaboración entre artistas, residentes, autoridades locales, policía y otras partes interesadas es esencial para maximizar el impacto positivo del arte urbano en la percepción de seguridad y la calidad de vida en las comunidades urbanas. El arte no es una solución para todos los problemas de un vecindario, pero puede ser una parte importante de un enfoque más amplio para mejorar la vida en estas áreas.