El ciclo involuntario de la migración

Apenas había comenzado este 2022 y una nueva caravana de migrantes salía de San Pedro Sula, Honduras, camino de los Estados Unidos. Padres, madres, jóvenes, niños, niñas… familias completas, en algunos casos, rotas en otros. La mayoría sin documento alguno. Desde 2018, miles de personas procedentes de Honduras pero también de Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Haití o Jamaica se han unido a alguna de estas caravanas humanas espontaneas hacia el Norte, huyendo de la pobreza pero también de la inseguridad que se vive en sus países.

Los datos son abrumadores. En 2021, se contabilizaron un total de 43 millones de migrantes latinoamericanos, lo que representa el 15% del total mundial de personas migrantes (281 millones), para una región que supone solo el 8.2% de la población mundial. Más de 700,000 migrantes estaban en tránsito entre los países del Norte de Centroamérica y los Estados Unidos. El número de latinoamericanos desplazados internos por desastres o conflicto alcanzó los 18 millones de personas. Los refugiados, alrededor del millón. Casi la misma cantidad de personas que fueron deportadas desde los Estados Unidos a Guatemala, Honduras y El Salvador desde 2016. La migración desde los países centroamericanos hacia el norte sigue siendo una tendencia significativa.

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La movilidad humana involuntaria, esto es, el desplazamiento, la emigración y el retorno, es multicausal y se expresa de manera heterogénea en los territorios. Las necesidades estructurales de la región, junto con los factores de riesgo de violencia, las oportunidades socioeconómicas y la reintegración familiar determinan la movilidad humana.

La información de diversas fuentes muestra una multiplicidad de motivos que llevan a la decisión de migrar. La violencia es uno de ellos. Ser víctima de un delito casi duplica la intención de migrar. Las mujeres víctimas de delitos contra su integridad muestran mayor intención de migrar.

 

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La migración implica una búsqueda para ampliar el bienestar y las oportunidades, pero a veces se convierte en una elección forzada, debido a la violencia y otras vulnerabilidades. Como señala el Secretario General de Naciones Unidas con motivo del Día Internacional del Migrante, “los derechos de los migrantes son derechos humanos. Deben ser respetados sin discriminación e independientemente de que el desplazamiento de esos migrantes sea forzado o voluntario o tenga autorización oficial”.

La inestabilidad socioeconómica, los conflictos y la violencia impiden que las personas amplíen sus opciones de vida y su desarrollo humano. Cuando estas amenazas y vulnerabilidades ocurren simultáneamente o se superponen, generan desplazamiento, búsqueda de protección o asilo y migración insegura. Es el momento de cerrar el ciclo involuntario de la migración.

Foto de p j en Unsplash